Padre e hijo, artistas autodidactas del pueblo Shipibo-Konibo, desarrollan un estilo de pintura basada en sus visiones con ayahuasca, planta amazónica de uso milenario con fines rituales, terapéuticos y de afirmación cultural. Roldán cuenta con un taller familiar en la comunidad de Cantagallo. En este taller se han formado sus hijos Harry, Jimena y Estefany continuadores del legado de Roldán. La obra de Roldán se expone en distintas galerías de arte y frecuentemente en la exposición-venta de arte tradicional Ruraq maki, hecho mano.